En el contexto actual, podemos ver y comprobar con sorpresa, la aparente, ineficacia de las medidas llevadas a cabo, por todos los gobernantes y dirigentes desde hace al menos 4 años, para atajar el huracán socio económico que se ha ido esparciendo globalmente con toda su fuerza, dejando una situación incierta e imprevisible en multitud de cuestiones además del empobrecimiento general.
La anticipación facilitaría remediar los males que atenazan el ánimo de la humanidad. Se necesita diseñar un nuevo orden socio económico que permita construir sobre cuanto se pretenda conservar, restaurar y construir de nuevo, dispersando la riqueza y el esfuerzo entre todos. Sin duda, no será tarea fácil, a condición, de que el caos no sustituya a la inteligencia y anule la colaboración solidaria.
Posiblemente lo mejor sería, hacer borrón y cuenta nueva, con el compromiso de los gobernantes y dirigentes de actuar con transparencia en el buen uso del esfuerzo de los ciudadanos. Además de que se equilibre la posición de fuerza entre los mercados y los ciudadanos, mediante unas reglas y normas equitativas por el plazo que sea necesario, en el que todos asumamos la individual y solidaria responsabilidad.
Se necesita un compromiso para todas las partes, con el Estado como punto de encuentro aglutinador de voluntades.
Rediseñar una organización y ordenamiento razonable territorial de la oferta, ajustada a la demanda, intentando procurar que no sobren, falten, desperdicien o infrautilicen bienes, productos y servicios esenciales y básicos de primera necesidad.
Los gobiernos con el apoyo de los ciudadanos, pueden establecer un impuesto para la Democracia Económica, parecido al plan Marshall, y asimilable al IVA, que serviría para reorganizar la economía con el compromiso de equilibrio presupuestario, el mantenimiento del empleo, las coberturas sociales y los compromisos de obligaciones de pago del Estado. Como contrapartida de esta garantía, se establecerían los ajustes equitativos necesarios en función del esfuerzo de las partes en el periodo de vigencia del nuevo impuesto.
Los gobiernos con el apoyo de los ciudadanos, pueden establecer un impuesto para la Democracia Económica, parecido al plan Marshall, y asimilable al IVA, que serviría para reorganizar la economía con el compromiso de equilibrio presupuestario, el mantenimiento del empleo, las coberturas sociales y los compromisos de obligaciones de pago del Estado. Como contrapartida de esta garantía, se establecerían los ajustes equitativos necesarios en función del esfuerzo de las partes en el periodo de vigencia del nuevo impuesto.
Los ciudadanos asumirían una nueva función con este impuesto para la Democracia Económica, como inversores directos por medio de cuanto compran o consumen, según sus preferencias, junto con los trabajadores, los inversionistas actuales y el Estado, según proceda para qué bienes, productos, servicios esenciales y de primera necesidad. Se ordenaría y organizaría el presupuesto equilibrado y ajustado, responsabilizándose los políticos y dirigentes, en bien administrar imparcialmente los recursos dinerarios generando el máximo de aprovechamiento de los recursos, empleo y ocupación en su caso.
Referencias:
Blog Juan Urrutia 5 de Marzo 2009
Blog Quisiera montejb 2 de Marzo de 2009
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