El modelo actual socio económico, nunca podrá garantizar en el tiempo, el pleno empleo ni la continuidad o viabilidad de toda la actividad empresarial o profesional, pues toda actividad, en sí misma, está condicionada a multitud de variables incontrolables en el tiempo, mejoras tecnológicas, caducidad del producto y la actividad, cambio de preferencias de los consumidores, etc., independientemente, de que el contratante y los empleados realicen correcta y eficientemente su labor.
La organización y flexibilidad de las empresas y organismos públicos y privados es condición implícita a cualquier actividad. Lo esencial es, definir las reglas claras de actuación de las partes en igualdad de condiciones y respeto, conforme al aporte, esfuerzo y agregado final que permite ofrecer un producto o servicio a los ciudadanos o consumidores.
Las empresas y organismos públicos y privados, necesitan tanto del capital dinerario como del capital humano en equilibrio y armonía para realizar su labor eficiente en la sociedad.
El estado, debe de actuar como garante en la transparencia de las relaciones y equidad contractual de obligaciones y reparto de cargas y beneficios, y en última estancia, ofrecer cobertura y asistencia económica y social a los posibles perjudicados por cese de actividad, en similar equiparación a la que puedan disfrutar las personas al servicio de los ciudadanos por medio del estado. Obviamente, dejando al margen las actuaciones de mala fe, discriminatorias y deslocalización geográfica por menores costes de capital humano o similares, en que para estas actuaciones, cualquier medida coercitiva siempre sería insuficiente.
La responsabilidad del estado debe llevar a organizar el modelo productivo de modo, que se intente aproximar, la máxima eficiencia y equilibrio de la oferta y la demanda en armonía con el entorno y procurando ofrecer expectativas plausibles de obtención de beneficios para el capital dinerario, el capital humano, los clientes consumidores y la sociedad en general.
Las lista de actuaciones fáciles hasta llegar a las difíciles y complejas es interminable y dinámica en el tiempo, en todos los ámbitos y localizaciones socio económicas, y se debería de iniciar actuar de inmediato, pues generaría empleo y confianza a los ciudadanos. Hay que actuar, en cuanto en verdad necesitan los ciudadanos, evitando ofrecer e incentivar necesidades artificiosas prescindibles.
Los creyentes de dogmas suelen ser los últimos en llegar a las oportunidades y en cambiar. montejb
jueves, 4 de junio de 2009
El despido, la flexibilidad y la empresa
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