Las élites privilegiadas, se benefician en exclusiva del mayor conocimiento y el mejor punto de observación, encima, adquieren conocimiento informal enriqueciéndose intelectualmente cobrando sumas astronómicas, a cargo, detrimento y dispersión de las demás personas, ya sean accionistas, consumidores o ciudadanos.
No parece razonable, que personas que eligen libremente y por iniciativa propia la ocupación que les gusta, encima, cobren semejantes fortunas en exclusivo beneficio y como justificación argumenten, que sus ingresos son una insignificancia a repartir entre muchas personas y que presuntamente generan beneficios a la empresa, crean riqueza y empleo.
Resulta, que se olvidan de la inmoralidad e injusticia de este modo de actuar, ejemplos hay en grandes empresas de comportamiento coherentes y honestos de muy cualificados ejecutivos que deberían de servir de referencia y como ejemplo.
Con todo, lo peor, es que no nos percatamos de una cuestión que es la esencial, estas actitudes son una ofensa a la inteligencia del ser humano, por cuanto que casi, la mayoría de los cerebros humanos son una gran biblioteca biológica flexible más o menos condicionada y amplia, producto del azar hasta el punto de que de momento, no podemos ni siquiera elegir a nuestros padres ni nuestro grado de capacidad. La mente más experta, solo tiene la aptitud, no fruto de la voluntad propia, de almacenar el conocimiento de otros y como mucho, a valorar en similar condición, este mayor esfuerzo intelectual es a consecuencia de la dedicación y la fuerza de la voluntad, al igual que cualquier otro acto de voluntad.
Quienes sí pueden tener objetivamente, merito propio relativo, serían las personas con bibliotecas bilógicas creadoras y asociativas, que han creado y aglutinado el conocimiento de todas las ciencias y las artes de la humanidad. Los demás de los mortales, somos meros armarios de libros más o menos ordenados sin lustre y valor propio.
Así pues, las motivaciones profesionales deben de ir en otra dirección, una vez asumidas y reconocidas con humildad las muchas debilidades. Bien parece lograr y alcanzar una honesta y honrada posición por la dedicación y el empeño, y añadir como aliciente, incentivo y motivación la propia superación, el pleno reconocimiento y la buena reputación pública por la excelente labor, la alta estimación y satisfacción de los clientes, proveedores, etc.
No obstante, como la carne es débil y el orgullo un gran enemigo, se requiere de una ley del Buen Gobierno y Responsabilidad, que atempere, regule y contemple los principios éticos y de actuación, procedimientos, contrato, y límites de ingresos por todos los conceptos en el desempeño de sus funciones, además de la incompatibilidad de ocupar varios puestos a plena dedicación.
Esta ley de retribución general, esencialmente sería, para sentar las bases de homologación y evolución futura de las retribuciones en general, estableciéndose la cuantía mínima y máxima general para cualquier profesional, independiente de su cargo y responsabilidad, pues el principio esencial es, que cada cual en función de sus aptitudes y cualificaciones opta y elige libremente por propia iniciativa la ocupación disponible, que quiere o le propongan, se la que sea. Con carácter general, no ha lugar indemnización alguna, salvo actuaciones de mala fe o arbitrarias.
No parece razonable, que personas que eligen libremente y por iniciativa propia la ocupación que les gusta, encima, cobren semejantes fortunas en exclusivo beneficio y como justificación argumenten, que sus ingresos son una insignificancia a repartir entre muchas personas y que presuntamente generan beneficios a la empresa, crean riqueza y empleo.
Resulta, que se olvidan de la inmoralidad e injusticia de este modo de actuar, ejemplos hay en grandes empresas de comportamiento coherentes y honestos de muy cualificados ejecutivos que deberían de servir de referencia y como ejemplo.
Con todo, lo peor, es que no nos percatamos de una cuestión que es la esencial, estas actitudes son una ofensa a la inteligencia del ser humano, por cuanto que casi, la mayoría de los cerebros humanos son una gran biblioteca biológica flexible más o menos condicionada y amplia, producto del azar hasta el punto de que de momento, no podemos ni siquiera elegir a nuestros padres ni nuestro grado de capacidad. La mente más experta, solo tiene la aptitud, no fruto de la voluntad propia, de almacenar el conocimiento de otros y como mucho, a valorar en similar condición, este mayor esfuerzo intelectual es a consecuencia de la dedicación y la fuerza de la voluntad, al igual que cualquier otro acto de voluntad.
Quienes sí pueden tener objetivamente, merito propio relativo, serían las personas con bibliotecas bilógicas creadoras y asociativas, que han creado y aglutinado el conocimiento de todas las ciencias y las artes de la humanidad. Los demás de los mortales, somos meros armarios de libros más o menos ordenados sin lustre y valor propio.
Así pues, las motivaciones profesionales deben de ir en otra dirección, una vez asumidas y reconocidas con humildad las muchas debilidades. Bien parece lograr y alcanzar una honesta y honrada posición por la dedicación y el empeño, y añadir como aliciente, incentivo y motivación la propia superación, el pleno reconocimiento y la buena reputación pública por la excelente labor, la alta estimación y satisfacción de los clientes, proveedores, etc.
No obstante, como la carne es débil y el orgullo un gran enemigo, se requiere de una ley del Buen Gobierno y Responsabilidad, que atempere, regule y contemple los principios éticos y de actuación, procedimientos, contrato, y límites de ingresos por todos los conceptos en el desempeño de sus funciones, además de la incompatibilidad de ocupar varios puestos a plena dedicación.
Esta ley de retribución general, esencialmente sería, para sentar las bases de homologación y evolución futura de las retribuciones en general, estableciéndose la cuantía mínima y máxima general para cualquier profesional, independiente de su cargo y responsabilidad, pues el principio esencial es, que cada cual en función de sus aptitudes y cualificaciones opta y elige libremente por propia iniciativa la ocupación disponible, que quiere o le propongan, se la que sea. Con carácter general, no ha lugar indemnización alguna, salvo actuaciones de mala fe o arbitrarias.
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