El País publica un reportaje titulado “Multiculturalismo sí, pero hasta aquí”, expone que, España es más diversa que nunca - Tradiciones como las bodas de niños o la ablación resultan inaceptables - ¿Hasta dónde cabe el respeto?.
Casi siempre, por iniciativa y voluntad propia, he viajado por bastantes países de diferentes credos y costumbres, aparentemente muy distantes y diferentes.
He disfrutado y contrastado que, cada territorio o espacio con sus gentes, tienen sus costumbres y leyes, enraizadas dimanantes conforme a su cultura, tradiciones y evolución en el tiempo, en que, el mayor conocimiento, asunción y aceptación social, ha ido incorporando en la parte que sea y cada cual a su ritmo, reconocidos y aceptados derechos universales, costumbres, hábitos, estilos de vida, bienes, productos y servicios, usos, inclusive, vicios y perversiones de otras culturas.
La asunción individual de cualquier persona, sin reserva o condicionante alguno, de los derechos universales reconocidos y aceptados para todo ser humano, es esencial y está por encima de cualquier condicionante individual o de grupo, si por libre voluntad en iniciativa consciente, quiere ir a explorar y vivir en otro territorio ajeno al entorno de sus raíces, costumbres y conocimiento.
Renunciar a los propios condicionantes en beneficio de ampliar conocimiento, contrastar y verificar en libertad, leyes, costumbres y normas, diferentes a las de origen, supone poder optar a decidir libremente a mejorar como seres humanos, sin que ello suponga, renunciar a las propias costumbres y raíces culturales compatibles y homologables universalmente.
La condición como seres humanos, adquirir conocimiento, la lectura, la música, el arte, la gastronomía, la impronta del carácter, entre otros muchos aspectos, son un bien universal, a salvo de cualquier condicionante.
La libertad de elegir es un principio inalienable, que no puede ser negado o quitado a nadie en cualquier actividad social humana.
Si a donde uno emigre, por pensar o creer, que puede mejorar como ser humano, calidad de vida y progreso, ello supone en principio, liberarse y renunciar a sus condicionantes, en beneficio de poder elegir y volver a su origen, si así lo decide por no gustarle o no saber asumir e incorporar avanzar en el progreso como seres humanos, al margen de armonizar en equilibrio las costumbres que sean.
En mi caso no tengo dudas, siempre he regresado a mi origen de los muchos sitios visitados, por lo esencial. Si bien, en más de algún sitio de los visitados con satisfacción y convencimiento me hubiera quedado, sino hubiera sido por las falsas servidumbres asumidas erróneamente para nada y, algo de cobardía o locura, no lo sé exactamente.
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