La
llave de la fuente, multitud de nudos gordianos, puntos de ruptura y similares,
son las claves que determinan el progreso y avance de multitud de sucesos.
Casi siempre, en algún momento o lugar, se tiene ocasión de topar con una o varias de estas trabas, a veces en manos de una sola persona, grupos privilegiados, organizaciones y empresas.
Sin duda, la resistencia es tan fuerte como su debilidad, pues, solo un elemento es necesario para sostener o derribar a cualquier persona, grupo, sistema o cuánto sea que pierda el sostén que lo mantiene.
Toda
organización humana cuenta necesariamente con personas de actitud bondadosa y
perversa: egoístas, insatisfechas, injustamente tratadas, ofendidas, resabiadas,
vengativas, trepadoras, benefactoras, altruistas, colaboradoras, solidarias y así
todo lo demás. Afortunadamente, la naturaleza humana en una parte mayoritaria
su actitud es positiva, aunque buena parte inconscientemente. La otra parte con
actitud negativa, aparentemente es minoritaria y está muy condicionada al entorno
en el que se desenvuelve.
Modelar día a día, aglutinando en equilibrio y armonía lo mejor de los seres humanos es la esencia natural de la existencia inteligente, libre de condicionantes de cualquier naturaleza.
El esfuerzo es para siempre, desde el momento en que se tiene consciencia de actuar en pleno dominio, conocimiento de la voluntad y los límites a superar. El enemigo está en el fondo de nuestra alma y convive a su aire en nuestro interior, condicionando nuestra libre voluntad con multitud de trampas del sistema, del entorno y por nuestras propias limitaciones a superar sin descanso. La guerra de nuestra libre existencia está perdida de antemano, si bien, muchas batallas podemos ganar día a día.
Renunciar a los propios condicionantes en beneficio de ampliar conocimiento colaborando solidariamente con los demás renunciando a cualquier ventaja, contrastar y verificar en libertad, leyes, costumbres y normas diferentes a las de origen, incluso derechos universales, supone poder optar a decidir libremente a mejorar.
Somos felices así como somos y actuamos?. Somos conscientes de qué somos y queremos?. Qué nos condiciona en verdad?. Estamos dispuestos a luchar inteligentemente como seres humanos por lo que de verdad es esencial?. Dónde están y cuantas personas han encontrado las respuestas a estas cuestiones?. Acaso tenemos miedo a la libertad?. Qué más tiene que suceder y a qué esperamos?. ¿Cuándo daremos el salto y transcenderemos el estadio actual?
Modelar día a día, aglutinando en equilibrio y armonía lo mejor de los seres humanos es la esencia natural de la existencia inteligente, libre de condicionantes de cualquier naturaleza.
El esfuerzo es para siempre, desde el momento en que se tiene consciencia de actuar en pleno dominio, conocimiento de la voluntad y los límites a superar. El enemigo está en el fondo de nuestra alma y convive a su aire en nuestro interior, condicionando nuestra libre voluntad con multitud de trampas del sistema, del entorno y por nuestras propias limitaciones a superar sin descanso. La guerra de nuestra libre existencia está perdida de antemano, si bien, muchas batallas podemos ganar día a día.
Renunciar a los propios condicionantes en beneficio de ampliar conocimiento colaborando solidariamente con los demás renunciando a cualquier ventaja, contrastar y verificar en libertad, leyes, costumbres y normas diferentes a las de origen, incluso derechos universales, supone poder optar a decidir libremente a mejorar.
Somos felices así como somos y actuamos?. Somos conscientes de qué somos y queremos?. Qué nos condiciona en verdad?. Estamos dispuestos a luchar inteligentemente como seres humanos por lo que de verdad es esencial?. Dónde están y cuantas personas han encontrado las respuestas a estas cuestiones?. Acaso tenemos miedo a la libertad?. Qué más tiene que suceder y a qué esperamos?. ¿Cuándo daremos el salto y transcenderemos el estadio actual?
No
hay malas personas hay malas actuaciones, que son las que hay que evitar y
enmendar. Es nuestra responsabilidad y deber, actuar e impedir para modificar las
conductas que impiden el progreso del ser humano. Debemos procurar propiciar la
“Motivación de un mundo de abundancia” en armonía y equilibrio con el
entorno en que toda las personas puedan acceder y disfrutar activamente
de los derechos humanos en libertad y libre elección, sin más condicionante que el conocimiento y la
disponibilidad de cada cual con los medios de producción, transformación
de la propia naturaleza y los recursos.
Así, las
diferencias deben de sobrevenir por la propia naturaleza y el
esfuerzo del intelecto, no por las cosas y medios creados por el hombre. Las
cosas creadas por el hombre deben de estar al servicio del ser humano y no al
revés como sucede, pues entonces de qué sirve el progreso si sólo se benefician
unos pocos privilegiados a costa de los demás.
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