Enfocar la problemática actual del fracasado pacto social en España no parece sencillo, desde posiciones enfrentadas con métodos y sistemas obsoletos, además de vicios implícitos heredados de tiempos pasados y no corregidos a tiempo, porque era prioritario salir de la dictadura y emprender como fuera el nuevo camino sin perder el tren hacia Europa.
Desde esta perspectiva, cuanto más importante sea la cobertura y más beneficiaros se puedan acoger los desempleados, mayores son, si quieren, las posibilidades de negociar con las asociaciones sindicales y empresariales en definir una reglas de actuación flexibles hasta que se pueda ver objetivamente por dónde van los tiros, pues en definitiva, ante el desastre y la precariedad de los ciudadanos, el estado tiene que salir y ofrecer su cobertura a los más perjudicados.
Llegados a este punto con el escenario despejado se podrá ver mejor de establecer nuevas reglas para nuevas empresas y empleados, que asumirán la aparente seguridad de los contratos fijos indefinidos que son pura entelequia y las condiciones de contratación que son un artificio, por ejemplo citaré unas reglas abiertas de carácter esencial;
-Se subiría el salario mínimo profesional en digamos 8 tramos o grupos, similar a los tramos del IRPF, por importes o cuantía media homologable a los 15 primeros países de la OCDE de modo que se recojan todas las categoría y niveles profesionales.
-Las nuevas empresas y contrataciones de personal serían de libre elección entre las partes con un exiguo contrato garantista, frente a tropelías discriminatorias o de animadversión no objetivas con el empleo a realizar pactado.
-Estas empresas soportarían un coste en SS, equiparable, en la que sumando la media de las indemnizaciones y deduciendo las actuales bonificaciones nos daría el nuevo coste de SS para las nuevas empresas conforme a las nuevas retribuciones, de modo que el coste para las partes se aproximado neutro respecto a los actuales.
Con este mecanismo o parecido, se desactivaría la aparente patente de corso de los contratos fijos, las antigüedades y las aparentes indemnizaciones elevadas por contratos de permanencia más que de productividad y de paso la efectividad empresarial. Se ganaría en libertad y transparencia de acuerdo a la realidad del mercado en permanente evolución. Recordar que el generador de empleo, producción y consumo es el mercado en su conjunto.
Durante un tiempo hasta que se sustituya o sea absorbido el actual sistema convivirían los dos. Quien quiera un sueldo como el actual de miseria, la indemnización por despido y las empresas sigan así de tercas con los actuales costes, pues que sigan así.
Las nuevas empresas y empleados que asuman las nuevas normas, tienen más posibilidades objetivas de ser competitivas, seguras generadoras de empleo, productos y servicios de mayor calidad.
Desde esta perspectiva, cuanto más importante sea la cobertura y más beneficiaros se puedan acoger los desempleados, mayores son, si quieren, las posibilidades de negociar con las asociaciones sindicales y empresariales en definir una reglas de actuación flexibles hasta que se pueda ver objetivamente por dónde van los tiros, pues en definitiva, ante el desastre y la precariedad de los ciudadanos, el estado tiene que salir y ofrecer su cobertura a los más perjudicados.
Llegados a este punto con el escenario despejado se podrá ver mejor de establecer nuevas reglas para nuevas empresas y empleados, que asumirán la aparente seguridad de los contratos fijos indefinidos que son pura entelequia y las condiciones de contratación que son un artificio, por ejemplo citaré unas reglas abiertas de carácter esencial;
-Se subiría el salario mínimo profesional en digamos 8 tramos o grupos, similar a los tramos del IRPF, por importes o cuantía media homologable a los 15 primeros países de la OCDE de modo que se recojan todas las categoría y niveles profesionales.
-Las nuevas empresas y contrataciones de personal serían de libre elección entre las partes con un exiguo contrato garantista, frente a tropelías discriminatorias o de animadversión no objetivas con el empleo a realizar pactado.
-Estas empresas soportarían un coste en SS, equiparable, en la que sumando la media de las indemnizaciones y deduciendo las actuales bonificaciones nos daría el nuevo coste de SS para las nuevas empresas conforme a las nuevas retribuciones, de modo que el coste para las partes se aproximado neutro respecto a los actuales.
Con este mecanismo o parecido, se desactivaría la aparente patente de corso de los contratos fijos, las antigüedades y las aparentes indemnizaciones elevadas por contratos de permanencia más que de productividad y de paso la efectividad empresarial. Se ganaría en libertad y transparencia de acuerdo a la realidad del mercado en permanente evolución. Recordar que el generador de empleo, producción y consumo es el mercado en su conjunto.
Durante un tiempo hasta que se sustituya o sea absorbido el actual sistema convivirían los dos. Quien quiera un sueldo como el actual de miseria, la indemnización por despido y las empresas sigan así de tercas con los actuales costes, pues que sigan así.
Las nuevas empresas y empleados que asuman las nuevas normas, tienen más posibilidades objetivas de ser competitivas, seguras generadoras de empleo, productos y servicios de mayor calidad.
Nota:
Obviamente por las empresas que se acojan a este sistema estarían exentas de impuestos durante unos años y gozaría de condiciones de financiación preferente, entre otras medidas complementarias que aseguraran el beneficio empresarial según el esfuerzo económico aportado.
2 comentarios:
Por parte del ciudadano trabajador no existiría ningún problema en aceptar las nuevas condiciones de un nuevo modelo económico y, por lo tanto, de un mercado regulado por nuevos agentes.
Pero estaría por ver la respuesta de la oligarquía económica y el papel de la Administración. Promover una imparcialidad que por parte de la administración no existe, me parece cuanto menos, adulador.
Es este un país de aduladores, no de trabajadores.
Porque disponiendo de todos los recursos, no hemos sido capaces de alcanzar cuotas de bienestar social como las de los países que bajo el modelo de la monarquía parlamentaria, viven en una dignidad europea muy superior a la nuestra.
Gracias Belén pos tu comentario. Pensando como trabajador que lo he sido y de alguna manera ahora también, sin duda aceptaría el nuevo modelo. El problema es de mentalidad y cultura, pues como empresario también aceptaría la propuesta y más, aunque debo reconocer lo avanzado de mi pensamiento, incluso en las palabras y definiciones. Por ejemplo, entiendo caducado y obsoletos, trabajador, empleo, empresarios y así un sin fin que necesitan una remoción y urgente actualización. Luís Racionero hace años mediados los 70 ya publicó un libro revelador, que pasó desapercibido, titulado “Del paro al ocio”, es decir, ya incitaba sustituir el desempleo como ocio disponible, y así seguido incorporé como propio en aquellas fechas, ocupación en lugar de empleo o trabajo, que tienen implícitas connotaciones de servidumbre por no decir asimilables de esclavitud, obviamente dejo al lector ampliar los vocablos y usos libremente que prefiera. En cuanto a la actitud y comportamientos de servidumbres, como la adulación, la sumisión y otras que se pueden fácilmente observar e identificar, entiendo que se deben a la inconsciencia, abandono y dejadez y falta de asunción de responsabilidades, pues requiere de menos esfuerzo pensar y actuar en consecuencia asumiendo errores, por ello se prefieren las servidumbres y cargar contra otros de nuestros males que corroen nuestra inacción. Mientras se siga con la mentalidad del mínimo esfuerzo del intelecto a costa del mayor esfuerzo físico, seguiremos siendo gobernados por una pandilla de listos privilegiados.
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